Cuenta mi abuelo, que cuando él era joven, allá
por los años 1900, un día fue a una fiesta en el pueblo, que se llama Padcaya en el departamento de Tarija,
el vivía a unos tres kilómetros del pueblo, para llegar al mismo tenía que
cruzar el rio cabildo, bueno la historia es que la fiesta estaba animadísima,
la chicha comenzó a calentar los espíritus y el cuerpo, comenzaron los jóvenes
a lanzar las coplas a las mozas y copla va y copla viene. El ambiente se puso
sabor a verano, las mujeres comenzaron a bailar la rueda y la cueca y los mozos
sin la timidez que tenían al comienzo, se embriagaron de pasión y cada cual
agarro su chapaca y mi abuelo quedo solo, pero no toda la noche fue así, al
promediar las 11 de la noche, entro a la fiesta una chapaca vestida de negro,
que fue la atención de todos los mozos y mi abuelo ni corto ni perezoso, se acercó
a ella, le invito un mate de chicha, a lo que ella acepto y sin más formaron la
pareja de la noche, bailando, cantando coplas, y la pasión se encaramo en el
cuerpo de mi abuelo cabalgando como un potro sin control, cerca de las doce de
la noche, ella le musito al oído que si el quería, la llevara donde estén
solos, y no fue más, la tomo de la cintura, la saco de la fiesta y la subió a
las ancas de su caballo, el cual relincho al sentir el cuerpo de la moza y se
puso brioso, y lanzo el pique pa el campo abierto, llegaron al rio, lo cruzaron
y bajaron debajo del puente, en cuanto la mujer se bajó, el caballo se
encabrito, relincho y como si el alma lo llevara el viento galopo dejándolos
solos, mi abuelo no se cambiaba por nadie, estaba con la moza más apetecida de
la fiesta y el orgullo le subía al rostro lo mismo que la pasión, con pasión empezó
a besarla y fue correspondido, se acostaron a orillas del rio y en el mismo
instante que él se alistaba como hombre y ella como mujer, sonaron las campanas
del pueblo que daban las doce de la noche y como si llegara el invierno de
repente sintió una ráfaga fría y un olor de ultratumba se volcó para verla a
ella y se topó, con una calavera que reía a todo pulmón, no se acuerda que es
lo primero que hizo, pero los pelos se le erizaron haciendo chispas y le broto
sangre de las narices y la calavera seguía riéndose, como pudo se paró, corrió
hacia el pueblo y lo último es que llego a la fiesta tartamudo y lleno de
sangre el rostro y solo atinaba a repetir, era mandinga, todos salieron a
buscar a la mujer debajo del puente y solo encontraron las huellas que habían
estado dos cuerpos acostados y nada más, desde esa noche en el pueblo, todos
los mozos tenían el cuidado de no escoger a cualquier moza y menos si vestía de
negro.
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muy buena leyenda
ResponderEliminarPues si wey no mames
Eliminares un blog de leyendas bolivianas no para saltamuros...
EliminarOye me regarcas 15000 diamantes en free fire anonimos
Eliminar𝖻𝗂𝖾𝗇 𝖺𝗁𝗂
Eliminar𝖠𝗅 𝖿𝗂𝗇𝖺𝗅 𝗊𝗎𝖾 𝗉𝖺𝗌𝗈 𝖼𝗈𝗇 𝗅𝗈𝗌 𝗆𝗈𝗓𝗈𝗌???
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